

PHETV PRESENTA "APUNTES DE CHEMA MADOZ: LOS OBJETOS"

Chema Madoz manipula, inventa y fotografía objetos. Definido como un poeta visual, las asociaciones que desarrolla partiendo de cosas tan usuales como una llave, una piedra o una escalera han desembocado en un torrente de creatividad.
Desde su taller, donde nace gran parte de su obra, el fotógrafo desvela las claves de sus siempre enigmáticas imágenes en una entrevista exclusiva.
Relación con los objetos de las fotografías
No tengo una relación especial o fetichista con los objetos. Es algo más amplio, es mi relación con la imagen la que me hace centrarme en el objeto y éste es una especie de medio que me permite contar mis propias emociones, mis propias sensaciones, ideas… Pero ha sido algo que he ido descubriendo con el paso de los años.
Curiosamente cuando aparecían las personas en mis fotografías llegó un momento en que aquello dejó de tener interés para mí. Me quedé con la sensación de que podía hacer cientos de fotos iguales y entonces perdió el misterio, dejó de atraerme.
En cambio el trabajo con los objetos sigue ejerciendo esa fascinación sobre mí. La fotografía me permite trabajar con estos objetos desde aspectos muy diferentes. Está el aspecto puramente fotográfico, hay otras en las que tiene un carácter más gráfico, otras que son casi esculturas y otras que están mucho más cercanas a la instalación. Es un territorio que me permite trabajar en muchos ángulos y direcciones diferentes. Al fotografiar esas manifestaciones tan distintas, doto al trabajo de una cierta homogeneidad que en este caso viene dada por el uso formal de una misma técnica.
Método de trabajo
Cualquier método puede ser válido. No tengo un sistema concreto para llegar a una conclusión, si entendemos por conclusión una fotografía. Los procedimientos pueden ser muy distintos, pueden surgir a partir de la relación con un objeto o de la contemplación de algo. Otras veces tengo una sensación concreta y busco el objeto que la defina, que ponga en evidencia esa sensación que yo he tenido.
En otras ocasiones se da el caso de que hay imágenes con las que me tropiezo sin más. Estas imágenes con las que me encuentro están cercanas al hallazgo y pueden ser absurdas o pueden tener sentido. Hago un ejercicio de reflexión para ver si realmente tiene sentido, cuáles son las posibilidades de lectura que ofrece esa imagen, etc…y es lo que me empuja a dejarla de lado o a darla por válida.
Tratamientos de los objetos
Hay objetos muy sencillos a la hora de elaborar y otros que llevan un proceso más complejo. En ocasiones necesito echar mano de otra gente para que me ayude a trabajar, por ejemplo, con una madera que lleve una xerigrafía, con un lacado, etc… busco a estos profesionales que me pueden ayudar a dar el acabado que necesito para construir ese objeto. Pero disfruto por igual con todos y cada uno de ellos.
Siempre he tenido la sensación de que en realidad el trabajo que hago es algo que estaba intuido en las primeras imágenes, aunque son distintas, pero hay una manera de ver, de establecer relaciones entre los diferentes elementos que entiendo como propia y constante en mi obra.
Sólo tomo conciencia de ella en el momento en que empiezo a fotografiar. Al final la mirada que podemos tener cada uno de nosotros viene condicionada por infinidad de cosas. Nos influye la música que escuchamos, las películas que vemos, los artistas que conocemos…Hay tantas cosas que es difícil de definir de una manera concreta, pero creo que ahí reside el atractivo de todo este tipo de historias. La fotografía capta esas imágenes y eso da paso a un abanico sumamente amplio de posibilidades. Cada persona que utiliza una cámara está viendo una cosa diferente… y ahí es donde radica el atractivo y la riqueza de la fotografía.
Poesía visual
Cuando hago una fotografía intento crear una imagen que aclare mis propias ideas, mi propia forma de ver y de entender el mundo. Muchas veces me quedo con la impresión de que a la hora de comunicarme con los demás en el día a día no termino de explicarme especialmente bien. De alguna manera me cuesta mucho más el llegar a matizar cuando me expreso verbalmente, mientras que con un lenguaje visual tengo otras capacidades a la hora de trabajar. Puedo ser más contundente, puedo ser más sutil… Tengo la sensación de que controlo mejor los diferentes planos y las diferentes posibilidades de lectura que si contemplo solo el aspecto verbal. Para mi la fotografía siempre ha sido una especie de apoyo. Soy consciente, por otro lado, de que esas fotografías las va a ver un espectador y trato, a la hora de construir esa imagen, como se va a ver con unos ojos diferentes a los míos.
Mis imágenes son muy elementales, muy sencillas, pero hay en ellas algo de mecanismo de relojería, algo en el que la imagen está dotada de una especie de engranaje en el que una vez que te pones delante de ella arranca. Me gusta pensar que estas imágenes permiten diferentes tipos de lectura. Cuando tengo la ocasión de hablar con gente que ha visto la exposición o ha visto un libro puedo observar como lo interpretan de maneras radicalmente diferentes a partir de un mensaje muy elemental. Es algo tan elemental que permite todo un abanico de lecturas.
Ausencia de título en las fotografías
El título se puede utilizar en diferentes medidas. Me viene a la cabeza la obra de Magritte que tenía unos títulos fantásticos que pasaban a ser un elemento más de la obra y venía a añadir más desconcierto al desconcierto que ya te producía la propia imagen.
A mi me costaba el enriquecer la imagen cuando añadía un título. Veía que con los títulos que barajaba estaba dando como una pista, una línea de interpretación de esa imagen. Entonces preferí prescindir de ellos y dejar las puertas abiertas.
Desde su taller, donde nace gran parte de su obra, el fotógrafo desvela las claves de sus siempre enigmáticas imágenes en una entrevista exclusiva.
Relación con los objetos de las fotografías
No tengo una relación especial o fetichista con los objetos. Es algo más amplio, es mi relación con la imagen la que me hace centrarme en el objeto y éste es una especie de medio que me permite contar mis propias emociones, mis propias sensaciones, ideas… Pero ha sido algo que he ido descubriendo con el paso de los años.
Curiosamente cuando aparecían las personas en mis fotografías llegó un momento en que aquello dejó de tener interés para mí. Me quedé con la sensación de que podía hacer cientos de fotos iguales y entonces perdió el misterio, dejó de atraerme.
En cambio el trabajo con los objetos sigue ejerciendo esa fascinación sobre mí. La fotografía me permite trabajar con estos objetos desde aspectos muy diferentes. Está el aspecto puramente fotográfico, hay otras en las que tiene un carácter más gráfico, otras que son casi esculturas y otras que están mucho más cercanas a la instalación. Es un territorio que me permite trabajar en muchos ángulos y direcciones diferentes. Al fotografiar esas manifestaciones tan distintas, doto al trabajo de una cierta homogeneidad que en este caso viene dada por el uso formal de una misma técnica.
Método de trabajo
Cualquier método puede ser válido. No tengo un sistema concreto para llegar a una conclusión, si entendemos por conclusión una fotografía. Los procedimientos pueden ser muy distintos, pueden surgir a partir de la relación con un objeto o de la contemplación de algo. Otras veces tengo una sensación concreta y busco el objeto que la defina, que ponga en evidencia esa sensación que yo he tenido.
En otras ocasiones se da el caso de que hay imágenes con las que me tropiezo sin más. Estas imágenes con las que me encuentro están cercanas al hallazgo y pueden ser absurdas o pueden tener sentido. Hago un ejercicio de reflexión para ver si realmente tiene sentido, cuáles son las posibilidades de lectura que ofrece esa imagen, etc…y es lo que me empuja a dejarla de lado o a darla por válida.
Tratamientos de los objetos
Hay objetos muy sencillos a la hora de elaborar y otros que llevan un proceso más complejo. En ocasiones necesito echar mano de otra gente para que me ayude a trabajar, por ejemplo, con una madera que lleve una xerigrafía, con un lacado, etc… busco a estos profesionales que me pueden ayudar a dar el acabado que necesito para construir ese objeto. Pero disfruto por igual con todos y cada uno de ellos.
Siempre he tenido la sensación de que en realidad el trabajo que hago es algo que estaba intuido en las primeras imágenes, aunque son distintas, pero hay una manera de ver, de establecer relaciones entre los diferentes elementos que entiendo como propia y constante en mi obra.
Sólo tomo conciencia de ella en el momento en que empiezo a fotografiar. Al final la mirada que podemos tener cada uno de nosotros viene condicionada por infinidad de cosas. Nos influye la música que escuchamos, las películas que vemos, los artistas que conocemos…Hay tantas cosas que es difícil de definir de una manera concreta, pero creo que ahí reside el atractivo de todo este tipo de historias. La fotografía capta esas imágenes y eso da paso a un abanico sumamente amplio de posibilidades. Cada persona que utiliza una cámara está viendo una cosa diferente… y ahí es donde radica el atractivo y la riqueza de la fotografía.
Poesía visual
Cuando hago una fotografía intento crear una imagen que aclare mis propias ideas, mi propia forma de ver y de entender el mundo. Muchas veces me quedo con la impresión de que a la hora de comunicarme con los demás en el día a día no termino de explicarme especialmente bien. De alguna manera me cuesta mucho más el llegar a matizar cuando me expreso verbalmente, mientras que con un lenguaje visual tengo otras capacidades a la hora de trabajar. Puedo ser más contundente, puedo ser más sutil… Tengo la sensación de que controlo mejor los diferentes planos y las diferentes posibilidades de lectura que si contemplo solo el aspecto verbal. Para mi la fotografía siempre ha sido una especie de apoyo. Soy consciente, por otro lado, de que esas fotografías las va a ver un espectador y trato, a la hora de construir esa imagen, como se va a ver con unos ojos diferentes a los míos.
Mis imágenes son muy elementales, muy sencillas, pero hay en ellas algo de mecanismo de relojería, algo en el que la imagen está dotada de una especie de engranaje en el que una vez que te pones delante de ella arranca. Me gusta pensar que estas imágenes permiten diferentes tipos de lectura. Cuando tengo la ocasión de hablar con gente que ha visto la exposición o ha visto un libro puedo observar como lo interpretan de maneras radicalmente diferentes a partir de un mensaje muy elemental. Es algo tan elemental que permite todo un abanico de lecturas.
Ausencia de título en las fotografías
El título se puede utilizar en diferentes medidas. Me viene a la cabeza la obra de Magritte que tenía unos títulos fantásticos que pasaban a ser un elemento más de la obra y venía a añadir más desconcierto al desconcierto que ya te producía la propia imagen.
A mi me costaba el enriquecer la imagen cuando añadía un título. Veía que con los títulos que barajaba estaba dando como una pista, una línea de interpretación de esa imagen. Entonces preferí prescindir de ellos y dejar las puertas abiertas.
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